domingo, 30 de agosto de 2009

A veces, buscamos, buscamos y seguimos buscando creyendo que de verdad existe el príncipe azul, el amor ideal, nuestra media naranja. El amor se vuelve ideal cuando una lo ve perfecto, y es perfecto cuando nos enamoramos. Porque es así, cuando una se enamora, se enamora completamente tanto de las virtudes como de los defectos de la otra persona, tanto física como personalmente esa persona se vuelve perfecta. Y ahí es cuando creemos que encontramos al amor de nuestras vidas, decimos que nunca conocimos a alguien igual y hasta pensamos que vamos a terminar casadas, con hijos, felices. Volamos, llenas de ilusiones, desplegamos unas alas enormes y después CAEMOS, nos hundimos en la realidad y nos alejamos de lo ficticio, de la utopía de creer haber encontrado a nuestro príncipe azul. Nos ahogamos en nuestro llanto, otras, a veces, lo ocultamos, no demostramos el dolor que nos causa semejante golpe, descender desde tan alto. Y una vez que la tormenta para, una vez que volvemos a creer que sale el sol (porque así somos, exageradas, dramáticas) llenas de esperanzas volvemos a buscar y buscar al amor de nuestras vidas, sin saber que el amor llega sólo, no se busca, se espera. Que llegue cuando tenga que llegar, que nos sorprenda, que nos haga volar, subir-bajar, reír, llorar. Que nos golpee la puerta y nos llene de emociones y sentimientos nuevos, que nos haga crecer y no retroceder. Que nos busque, nos encuentre, nos llene, nos complemente. Que no nos deje solas aunque se vaya lejos, que sepa querernos y cuidarnos. . No busquemos mas amores imposibles, los príncipes y las princesas sólo se ven en los cuentos , mi vida es una realidad y no se asemeja ni un poco a la historia de una princesa, por eso ambiciono con amores reales, amores pasajeros o eternos. Pero amores reales

QUE APARESCAN SOLOS

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